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jueves, 23 de diciembre de 2010

"UN MURO CONTRA MESSI"

Sólo había medio Camp Nou, 45.207 espectadores, la mayoría de ellos resguardándose del antipático día climatológico allí donde no eran visibles, pero la ovación que se escuchó cuando Leo Messi puso un pie sobre el césped podía hacer pensar, a ojos cerrados, que en el coliseo barcelonista no cabía ni un alfiler. Igual que el día del Ceuta o del Rubin Kazan, aquellos encuentros con nada en juego, el crack argentino fue la gran atracción, el encargado de intentar desatascar un partido complicado y en ocasiones tedioso. Messi sustituyó a Seydou Keita en el minuto 53 y con su entrada despertó las ganas de aplaudir de un público entregado a este equipo suceda lo que suceda. El siguiente en escuchar cómo la grada coreaba su nombre fue Pedro, otro que poco a poco ha ido calando hondo en el corazoncito culé hasta figurar entre los preferidos, y que tras protagonizar una aparatosa caída recibió el cariño de la gente. Menos comprensivos estuvieron los aficionados con Bojan, que en el día de su renovación hasta el 2015 escuchó algunos silbidos cuando en el minuto 62 fue suplido por David Villa, otro que fue saludado con aplausos.
La entrada de Messi fue un subidón, esa inyección de sangre que necesitaba el Barça para intentar cambiar el ritmo del partido. En ese empeño se puso el argentino, pero delante se encontró con un muro, un frontón vasco que lo repelió absolutamente todo. Fuera por la izquierda, el centro o la derecha, la pelota merodeaba siempre el área bilbaína, pero cuando se trataba de meterla en el interior siempre aparecía, un pie, una rodilla, una espalda o una cabeza que lo impedía. Si Gorka había sido en la primera mitad el que había evitado que el balón entrara en un par de disparos de Iniesta, el meta del Athletic, sin embargo, apenas tuvo que intervenir en la segunda mitad pese a que el acoso era más evidente. Esa maraña de color rojiblanco situada en la frontal del área le hizo el trabajo. La bronca de la noche se la llevó el colegiado Mateu Lahoz al no aplicar la ley de la ventaja en una extraordinaria jugada de Leo, quien con caño incluido había llegado hasta las mismas narices de Gorka. Fue realmente la única vez en toda esta sesión de picar piedra en la que se convirtió el choque de anoche en la que un jugador del Barça le vio la cara a Gorka y el árbitro impidió que tuviera resultado.
Ni los jugadores ni los aficionados desfallecieron. Por momentos la situación sobre el terreno de juego trajo a la memoria aquel dramático partido ante el Inter la temporada pasada, con los italianos colgados del larguero y Messi sorteando rivales en horizontal, en busca del inexistente hueco. Afortunadamente, no había en esta ocasión tanto en juego y quedan 90 minutos en San Mamés. El aliento del Camp Nou, que despidió a los jugadores puesto en pie mientras estos saludaban desde el centro del terreno, estará con ellos.

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