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domingo, 19 de diciembre de 2010

"QUERIDO ENEMIGO"

Fue un momento de respiro, una pequeña pausa en el continuo acoso al que fueron sometidos los jugadores del Barça desde que pusieron el pie en Cornellà. Bronca, pitos e improperios de todo tipo acompañaban a todos y cada uno de los movimientos del equipo azulgrana. El speaker recitaba las alineaciones y acababa de nombrar a Villa y su número 7, quien como los anteriores se llevó la correspondiente pitada. Pasó entonces al número 8, nombró a Iniesta e hizo una pausa. Los 40.000 aficionados pericos se pusieron en pie y dedicaron una larga ovación al de Fuentealbilla, con coro incluido. "Inieeeeeesta, Inieeeeeesta", cantó la grada como si la del Camp Nou se tratase. Los seguidores 'espanyolistas' reconocían así el detalle que tuvo Andrés con su malogrado amigo Dani Jarque, al dedicarle (con aquella camiseta interior que ahora está en el Museo del Espanyol) el gol más importante de su vida y de la historia del fútbol español, el que convirtió a la selección en campeona del mundo. Finalizado el homenaje, todo volvió a la normalidad de un derbi, es decir, se escuchó el 10 y Messi, y de nuevo hubo bronca.
Cornellà quiso revivir lo sucedido la temporada pasada, cuando el infernal ambiente que se encontró el Barça acabó pesando en su juego y dando alas al Espanyol. Pancartas hasta en la Ronda de Dalt -"el infierno blanquiazul os espera"-, más tarde en el estadio -"Catalunya es més que un club", "culé por sistema; perico por sentimiento" y "la ciudad se nos queda pequeña"-, recibimiento multitudinario tanto al autocar culé como al perico y 40.000 cartulinas blanquiazules formando un espectacular mosaico que saludó la salida al campo de los futbolistas.
La gran diferencia con respecto al año pasado fue que esta vez al Barça no le pilló de sorpresa. Con paciencia, tesón y buen fútbol, el equipo de Pep Guardiola fue acallando poco a poco a la ruidosa afición perica a base de goles, hasta el punto que con el cuarto, obra de Villa, los seguidores locales comenzaron a abandonar sus localidades pese a que restaba un cuarto de hora de partido. Así, con más sillas vacías que espectadores, Pep Guardiola se unió al homenaje a Iniesta. Dio entrada a Keita en su lugar a cinco minutos de la conclusión y los aficionados hicieron una nueva pausa. Olvidaron que el marcador señalaba en aquel momento un 1-5, dejaron a un lado odios y rencillas, y volvieron a ponerse en pie para aplaudir y corear el nombre Iniesta, gesto que fue correspondido por Andrés. Fue un bonito epílogo.

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