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martes, 28 de diciembre de 2010

"LA RENOVACION DE GUARDIOLA"

La renovación de Pep Guardiola no debe provocar estrés ni ansiedad en el barcelonismo por la sencilla razón de que no hay nada que negociar y, en consecuencia, nadaque pueda romperse. El día, la hora, el momento y la oportunidad de hacer pública su continuidad en el banquillo depende y dependerá única y exclusivamente de su propia voluntad. Las condiciones, tanto económicas como de trabajo, fueron acordadas hace meses con la directiva de Sandro Rosell.
El entrenador azulgrana más consensuado, admirado, respetado y querido de la historia del club tiene en su poder la plena garantía de su renovación pactada y acordada desde el año pasado para evitar, precisamente, las tensiones y la tormenta mediática desatada en el entorno, al final resuelta con una noche en el teatro donde el público le cantó, con la música de los 'Manel', "Pep, quédate".
El escenario, sin embargo, era completamente distinto. Joan Laporta quería la foto y trasmitir la sensación electoralista de que lo dejaba todo atado. Pep, por su parte, no quería ocultar su deseo de seguir ni hacerle un feo al presidente pero tampoco maniatar a la nueva junta con un contrato de obligado cumplimiento, acaso contra el criterio de la nueva junta.
Por eso Pep se comprometió en público a seguir siempre y cuando la directiva electa confiara en él como, por otra parte, no podía ser de otro modo.
Así, cuando el pasado verano se sentaron ambas partes a negociar, Rosell le puso sobre la mesa un contrato por los seis años de su mandato. Una incuestionable demostración de esa confianza que, no osbtante, no encaja con el modo de pensar y actuar de Pep, quien como ha repetido mil veces quiere tener las manos libres para irse el día que los jugadores, la afición o la directiva no crean en él como hasta ahora.
Pero también para evitar que su renovación se convierta otra vez en un show mediático, aceptó cerrar ese 1 + 1 +1 que afecta a ésta y a las dos siguientes temporadas. De tal forma que si Guardiola considera bueno para todas las partes continuar en el club, como es su deseo hoy por hoy, no tiene más que ejecutar el acuerdo y quedará renovado automáticamente en la forma que determina un contrato ya redactado en su momento. Y lo mismo para la siguiente.
Pep, en definitiva, lo tiene hecho y lo hará oficial cuando crea que ha llegado la hora. No habrá crispación ni nervios.

2010-11: Acuerdo con visión de futuro
El peso de las conversaciones que condujeron a esta entente tranquila entre club y entrenador, que persigue perturbar lo mínimo la paz del entorno, las llevó el vicepresidente del área deportiva Josep Maria Bartomeu, el directivo que más horas trabaja codo a codo con Andoni Zubizarreta y el propio Josep Guardiola cuando el tema y las necesidades lo requieren. Así, cuando se cerró el acuerdo por una temporada, la actual, se buscó también la fórmula más conveniente para ambas partes y para el FC Barcelona, encaminada a no tener que abordar otra renovación a los seis meses. Hoy, aunque se lancen especulaciones y se palpe ya la creciente sensación de que la continuidad de Pep se retrasa, no hay que hacer el menor caso. Pep está atado y a gusto en la forma explicada
2011-12: Repetición de la jugada
La próxima temporada, a partir de que Josep Guardiola decida anunciar su continuidad, se pactó sobre las mismas condiciones que la primera en cuanto a retribuciones y situaciones contractuales. Al hacerlo de este modo, el club repartía de algún modo el coste de la subida de contrato firmada el pasado verano en dos temporadas. Un desahogo en lo financiero y al mismo tiempo un detalle por parte de Guardiola que, no hay que olvidarlo, tampoco dudó un segundo a la hora de renunciar al 1% de sus ingresos en favor de la Fundació FCB y de la Agrupació Barcelona Jugadors, es decir con fines solidarios. Un camino que ha seguido también el vestuario sin oposición y en bloque
2012-13: Mejora de las retribuciones
De acuerdo a esta filosofía del 1 + 1 + 1, la próxima temporada tampoco habrá que estar pendiente de negociar un contrato de continuidad de las condiciones de Pep en el caso de que se siga sintiendo a gusto con el equipo, con la grada y con la junta. La diferencia radica en que las retribuciones sufrirían un aumento automático y pactado, una manera de eludir también semanas y semanas de negociación cuando el equipo se está jugando los títulos. La directiva no tiene por qué presionar al entrenador, que seguirá decidiendo cómo y cuándo anunciar si continúa, y el entrenador, porque se trata de Pep, será lo bastante responsable y barcelonista para planificar del mejor modo su futuro y el del equipo.

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