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lunes, 7 de febrero de 2011

"MESSI NUNCA ABURRE"

Llega un momento que se acaban los adjetivos para calificar al Barcelona, y a su elemento más diferencial, Leo Messi. Su fútbol es tan perfecto que cansa. No aburre, porque la excelencia nunca aburre, pero agota tanta superioridad. Algo parecido a lo que ocurría con Doohan o Schumacher. Sea el enemigo que sea, el Barcelona siempre juega al mismo nivel, al mismo ritmo. Toca, y toca, madura el partido y presiona con crueldad. Es inalcanzable. Al final, cualquiera de sus delanteros culmina el monólogo y el resultado final es una goleada. Esta vez fue Messi. Tres veces Messi.
En cada partido del Barcelona la única incertidumbre es analizar qué planteamiento propone el rival. Lo demás es siempre igual. A veces, los entrenadores deben sentirse como ese matemático que intenta encontrar el último dígito del número pi. Es una misión imposible. Quique Sánchez Flores alineó a Filipe y Antonio López en la izquierda, un recurso muy común para frenar la salida de balón que ofrece Dani Alves. Y Fran Mérida ayudó al centro del campo y posibilitaba el último pase con la velocidad de Agüero incordiando a los centrales. La idea, a nivel defensivo, era buena. El Barça tenía la posesión, pero no conseguía adentrarse en el área de De Gea. El problema es que con Messi enfrente, no hay planteamiento que valga. El argentino, al cuarto de hora, dejó atrás a varios defensas y abrió la lata de tiro raso. Y unos cuantos minutos más tarde culminó, ante la oposición de Antonio López, una magnífica triangulación por el centro entre Xavi, Pedro y Villa. Dos instantes que pulverizan un planteamiento pensado durante toda una semana.
Con desventaja de dos goles, no tuvo más remedio el Atlético que estirarse, aún a riesgo de que le cayera una goleada. El primer disparo colchonero, muy tímido, fue de Tiago en el minuto 36. La primera de peligro fue, cómo no, de Agüero. El argentino se fajó entre Abidal, Piqué y Maxwell, pero el francés, incomensurable, despejó. Al filo del descanso, una falta brutal de Dani Alves sobre Agüero la coló Tiago con rapidez, pero el colegiado anuló la jugada. En la reanudación, Forlán entró por Mérida y el Atlético salió a morder. Arriesgó y estuvo a punto de salirle bien. Filipe tuvo la mejor ocasión, pero Piqué despejó sobre la línea. Minutos buenos del Atlético que no tuvieron su premio.
Los de Quique se fueron apagando poco a poco y el Barcelona tocó con más continuidad en el centro del campo. A diez del final, Messi redondeó su festival embocando un disparo de Villa que no pudo despejar Godín. El argentino mostró todo su repertorio: la astucia para intentar colar una falta cuando el árbitro colocaba a la barrera, la calidad para enviarla luego a la escuadra e incluso el remate de cabeza y la solidaridad para perseguir y robarle el balón a Agüero en un contragolpe del Atlético. Con sus tres goles guió a su equipo a su decimosexta victoria seguida, superando al Real Madrid de Di Stéfano. Un registro de otro siglo para un equipo de leyenda. Y lo más impresionante es que no tiene límites. Siempre parece que lo mejor está por llegar.

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