Exhibición en tercera marcha del Barcelona. El equipo azulgrana se dio un paseo por Riazor, donde dominó la posesión del cuero sin apenas oposición y sin tres de sus jugadores con más presencia en la circulación, Dani Alves, Busquets y Xavi. Los hombres de Pep Guardiola sólo tuvieron dificultades en la primera media hora, hasta que el primer desmarque al espacio desmontó la defensa retrasada del Deportivo. A partir de ahí, el cuadro gallego se entregó, fue un jueguete en manos de su rival, que tocó y tocó hasta que la goleada cayó por su propio peso. En un mes de enero que se avecina repleto de partidos para el Barcelona, continuaba en Riazor el turno de rotaciones. En San Mamés le tocó a Iniesta, ante el Deportivo, a Busquets, Alves y Xavi. Repetía, pues, Messi en funciones de acompañante del mediocentro creativo para tejer el juego. El argentino sirve para todo. Lo mismo da el pase definitivo, que inicia una jugada, que rompe en velocidad o te mete una falta por la escuadra. Este sábado el Barça abrió la lata gracias a lo primero y lo último.
Y es que el Deportivo plantó un muro en la orilla de su área que la constante circulación y el paso del tiempo se encargó de derribar. Lotina quitó la defensa de tres centrales que les ha rescatado. La sustituyó por una de cuatro jugadores y cinco centrocampistas muy juntos y retrasados. Los interiores, Desmarets y Saúl, ejercían casi de mediocentros, dejando las bandas al descubierto. El Barça no desesperó y la desmontó gracias dos decisiones de Leo Messi.
Hasta el primer gol no había pisado el Barça el área de Aranzubía. De hecho, la ocasión más peligrosa la protagonizó Adrián, cuyo remate con el exterior rozó el poste de Valdés. El gol fulminó el plan del Deportivo. Un remate de Villa al cuerpo de Manuel Pablo y un gol bien anulado a Abidal precedieron al descanso. Tras el paso por vestuarios, nada cambió. Tocaba y tocaba el Barça a la espera de un hueco. Lo encontró Messi tras un robo de balón cuyo contragolpe tuvo que parar, en falta, Rubén Pérez. El argentino lo cobró a su manera, con un golazo por la escuadra. El gesto de Aranzubía, como enrabietado con el argentino, plasmaba la superioridad aplastante del líder.
Iniesta, con un disparo cruzado a pase de Piqué, y Pedro, a pase también de Messi, cerraron el resultado. Otra goleada en el currículum del Barcelona. Pero muy diferente a las de final de año. En aquellas hizo gala de su plenitud física, con la que ahogaba a los rivales y les machacaba en el primer asalto. Al Deportivo le hipnotizó, le bailó y le asestó pocos golpes, pero directos al mentón. Mientras, se reservaba para el siguiente combate. Dos vías diferentes de exhibir la autoridad del campeón.
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