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martes, 8 de marzo de 2011

"HUELE A REMONTADA"


Octavos de la Champions League y el Barça encara ya su primera final de la temporada. Mucho antes de lo previsto, y más aún cuando un gol de Villa parecía sentenciar la ronda en el Emirates Stadium. Pero el Arsenal pilló a los azulgrana distraídos en los últimos minutos y ahora, en la vuelta, toca remontar el 2-1 en otra de esas noches que pinta a a mágica, a grandes titulares, a orgullo culé. Cuando al Pep Team se le alza la voz, el rival sale ridiculizado.
Le basta con un 1-0, como en los dos últimos partidos ante Valencia y Zaragoza, pero el Barça suele resolver las situaciones de suspense a lo grande. Como el pasado 6 de abril de 2010, cuando levantó ante el mismo Arsenal un 2-2 de la ida y 0-1 en el Camp Nou con un Messi tocado por los dioses, firmando cuatro goles de todas las formas posibles y llevándose entre risas el balón a su casa. "Es un jugador de PlayStation", le definió entonces Arsène Wenger. Lo que no sabía entonces el técnico francés es que el crack argentino ha mejorado aquella versión, una segunda parte estelar. Hipermotivado, en su cabeza hay instalado un chip que le permite superar cualquier reto con unos registros tan brutales como incontables. A Pep le urgen sus goles y Leo, un jugador de dibujos animados que va camino de batir su récord de 47 (43), suspira por su tercer pichichi europeo. No hace falta un póquer como entonces. Ni un trío. Ni una pareja. Con uno basta si no marcan. Así que el de Santpedor, de nuevo en el banquillo tras cinco días hospitalizado, le habrá recordado la lección aprendida ante el Inter y a Messi se le ha puesto cara de malvado. Como a sus compañeros. Hay que ganar sin obsesionarse con el tiempo. 90 minutos son muy largos. Vale con administrar el factor campo y el ritmo.
Pero toda gesta necesita un plus de heroicidad y las bajas por sanción de Piqué y por lesión de Puyol lo ponen. Pep baraja varias alternativas. Como nunca ha alineado a dos zurdos en el eje, lo natural sería que retrasase a Busquets para acompañar a Abidal. Mascherano por delante y toda la artillería después. Tiene donde elegir. Se lleva a Thiago y descartará a uno.
No será un Arsenal tan magullado por las bajas como Wenger, a quien también debe gustarle el teatro del bueno, ha tratado de hacer creer. No estarán Walcott ni Song pero el tobillo de Wilshere está perfecto y Van Persie, con una lesión de rodilla de larga duración, acabó subiendo al avión milagrosamente. Habrá que estar atento a los vuelos ingleses de hoy por si, como avisó ayer Pep, pueda llegar algún descartado de incógnito.
En su libro de ruta del francés, una declaración de intenciones: "No vamos a traicionar nuestra filosofía ofensiva". Conociendo sus frecuentes fluctuaciones, estas palabras podrían esconder un atrincheramiento en toda regla esperando el contragolpe. Jugarán además con el impacto que causará ver debutar en el Camp Nou a Cesc, el hijo pródigo azulgrana.
Hay mucho en juego y el Arsenal apenas dispone de crédito.Acusado de fallar en las grandes citas y de debilidad mental, viene de perder la Carling Cup y de mostrarse incapaz de atrapar el liderato de la Premier. Dos victorias, dos empates y una derrota han sacudido el estado de ánimo de su afición, que no ha olvidado el repaso de la pasada edición ni aquella final de París de 2006.


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