Mourinho tiene coartada. El Real Madrid empató con diez contra el futuro campeón de la Liga BBVA. A él le vale. A los madridistas lo desconozco. Dudo mucho que se marchasen del Bernabéu con buen sabor de boca después del empate. El entrenador diseñó un plan anti Barça con Pepe en el centro del campo para cortocircuitar el juego azulgrana. Le salió bien su plan antifútbol. Un plan destructivo que no es muy del gusto de la afición. Sin duda debe ser su plan estratégico con vistas a la final de la Copa del Rey. Cuesta mucho ver al Real Madrid correr detrás del balón y del contrario como un equipo menor. Es una licencia consentida para Mou. Para él hay barra libre en todos los sentidos. Desde decidir cuándo habla a montar un quilombo al cuarto árbitro para justiciar no se sabe qué.
El portugués estaba obligado a mover ficha para desencajar el mecano mágico de Guardiola. Le salió bien a cambio de una paliza física para su equipo. Con diez jugadores y con once. Veremos si no le pasa factura en el encuentro del próximo miércoles en Valencia. La apuesta encontrará tantos defensores acérrimos como críticos. Sólo hay que decidir cómo quieres morir o salir indemne de la guerra con el más fuerte.
Mourinho decidió apostar por un trivote y sacrificar a Özil. Músculo por creatividad. ¿Qué hubiese pasado si Mourinho hubiese puesto a Özil desde el primer momento? Seguramente que la posesión del Barcelona no hubiese sido tan escandalosa y que el Madrid habría elaborado más el juego en lugar de regalar el balón con continuos pelotazos. Mou propició un partido insulso, con mucho centrocampismo y poca presencia en las áreas. Un brindis al empate a cero. Sólo creó ocasiones en acciones a balón parado y su equipo se vio beneficiado por las decisiones de Muñiz Fernández. Le robó un penalti al Barcelona y le regaló uno al Madrid. Apreciaciones que ayer cayeron de casa del equipo local y que sirvieron para mantener intacto el nivel de esperanza en los blancos. Mou debe taparse ahora con la labor del colegiado. Se vio beneficiado igual que otras tardes perjudicado. Cayó la moneda de su lado pese a terminar con diez.
El Barcelona fue siempre superior. Y sólo creció el Real Madrid cuando bajó la concentración en la segunda mitad. Cristianose hartó de lanzar faltas y sus compañeros sólo crearon peligro en acciones a balón parado. También valen así los goles, pero cuesta ver a un equipo plagado de estrellas trabajando a destajo como un rival de entidad menor. El empate puede que sepa a victoria para los blancos. Es el clavo ardiendo. Pero las dudas futbolísticas están ahí.
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