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miércoles, 1 de diciembre de 2010

"UNA NOCHE MUY EMOCIONANTE PARA GUARDIOLA"

Ni veinte cámaras dentro del vestuario blaugrana hubieran podido reflejar el aluvión de sucesos que se produjeron una vez que el equipo se encerró en su ‘sancta-sanctorum’ tras lograr uno de los triunfos más importante en los 111 años del club, que se celebraba precisamente el pasado lunes. La euforia entre los jugadores se desató por completo tras la tensión sufrida durante varias semanas –aguantando lo indecible y mordiéndose en más de una ocasión la lengua para no responder a las provocaciones-, siendo, una vez más, Piqué y Alves los auténticos anfitriones de la fiesta en la que nadie se quedó atrás. Nunca hasta entonces el vestuario había vivido una explosión de alegría y felicidad de este calibre. Tal vez sólo en la conquista de un título, pero algunos que estuvieron presentes en la algarabía aseguran que no tenía nada que envidiar a las grandes celebraciones de una copa. Eso sí, hubo una novedad respecto a los otros clásicos jugados por Guardiola y es que pese a ser muy celebrada en ningún momento hubieron insultos ni recuerdos irrespetuosos al Real Madrid. Quizás en eso tuvo mucho que ver el propio técnico blaugrana que antes de dejar que sus jugadores dieran rienda suelta a las emociones les recordó que “los auténticos campeones son aquellos que no sólo son muy buenos sino que además son humildes y respetuosos”. Pep tras felicitarlos asimismo por la exhibición futbolística, se retiró a su despacho con sus más allegados para digerir de una forma más serena un triunfo de calado histórico para todos los culés. Dicen los que le conocen que fue uno de los días que se le vio más emocionado, con los ojos enrojecidos y a punto de soltar una lágrima. El desgaste psicológico había sido importante, pero era indudable que había merecido la pena.

En todo caso, el vestuario vivió una auténtica jarana de gritos, cánticos, manos alzadas con la palma abierta, botes, abrazos y hasta alguna que otra broma pesada, ya que más de un ayudante acabó en la ducha bajo el regocijo del resto. Pero las bromas no acabaron aquí ya que alguien inspirado por las musas puso en la pizarra un mensaje tan directo como irónico: “Mañana en Marca el dvd del Barça-Madrid 5-0”. Un gesto inocente si se quiere, pero que contiene también una señal inequívoca de la rabia contenida que han tenido que soportar los jugadores del Barcelona ante tantas acusaciones y maldicencias provenientes de la caverna mediática con el intento de desprestigiar su fútbol y sus méritos.

Con Piqué y Alves desbocados, el resto de la plantilla se dejó llevar hasta el paroxismo de la felicidad. Hubieron hasta intentos de bailar la conga, pero que acabaron un tanto dedibujados por el caos general que se vivía en el interior del recinto donde cada uno intentaba celebrarlo a su manera. Un ejemplo claro fue Andrés Iniesta, que aprovechó un pequeño paréntesis en las celebraciones, para enviar una foto suya al twitter donde se le podía ver en calzoncillos haciendo una señal de triunfo con el brazo y con un rostro de una felicidad inalcanzable. Aunque no todos los blaugrana pudieron celebrarlo con la misma intensidad, ya que algunos tuvieron que pasa por el control antidoping, por lo que no pudieron disfrutar de la celebración en todo su esplendor.

Ni en el 2-6 en el Bernabéu de hace dos temporadas que significaba no sólo un resultado histórico en el feudo madridista sino que prácticamente la consecución de Liga fue tan celebrado como este 5-0. Mourinho, Cristiano Ronaldo y la caverna mediática alimentaron esta explosión de felicidad que se alargó casi media hora.

Después llegó el momento de salir ante los medios de comunicación en zona mixta - eso sí bien cargadas porque la mayoría se quedaron sus camisetas para el recuerdo y otros como Puyol se llevó hasta el balón- y de mostrar la euforia, pero siempre teniendo en mente el mensaje difundido por Guardiola unos minutos antes: humildad y respeto.

Pep, por su parte, fue uno de los último de abandonar las instalaciones del club. Lo hizo acompañado de su esposa Cristina y con signos evidentes de haber vivido unas sensaciones únicas. Cansado y con un ligero dolor de cabeza, decidió ir directamente a casa y no celebrar fuera una noche tan mágica como histórica.



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